Centro Dramático Nacional 2017—2018
El Centro Dramático Nacional (CDN), es un centro de producción y creación teatral pública de España, dependiente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, organismo autónomo del Ministerio de Cultura y Deportes. Tiene su sede en dos teatros: el Teatro María Guerrero y el Teatro Valle-Inclán. En el año 2017 encargaron al Estudio de Javier Jaén renovar la identidad, la comunicación y la cartelería de la temporada 2017—2018.
El teatro es una extensión de la vida más allá de la realidad. Para contar la verdad, los actores mienten. Si se mata en un escenario, no se mata de verdad, si se besa en un escenario, no se besa de verdad. Pero es siempre en la búsqueda de emociones verdaderas. El teatro cuenta mentiras para explicar verdades, los carteles de esta exposición también. Se ha trabajado la idea de teatro como una isla de ficción en un mar de realidad. Allí se puede viajar en el tiempo, dar vida a objetos inanimadados, resucitar, volar o cantar de tristeza. El lanzamiento de temporada, vino precedido por una intervención en las calles de Madrid, miles de carteles anunciaban la extraña desaparición de un pez. Al verlo, a los transeúntes se les plantea una pregunta, una sorpresa, una sonrisa, una duda, paran, miran alrededor, y si llamaban al teléfono indicado, una locución les indicaba que una nueva temporada de teatro había comenzado, en ese mismo instante, con ellos como protagonistas.
Para la producción de los distintos carteles de la temporada se ha contado con la colaboración de Nanouk Films, Lucas Doerre, Marçal Vaquer,
Simón Sepulveda, Gacy Sarubbi y Ester Ferruz.
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Cartel en Funciones
Ernesto Caballero, Director del CDN
En su aspecto más básico, un cartel de teatro “en funciones” es un aviso, un recordatorio de la existencia de un espectáculo. Pero un buen cartel debe ser más que solo un anuncio, más que solo un gesto de “¡Ven a verme!”. De hecho, una buena imagen para teatro debe actuar a numerosos niveles: personificar la esencia de la obra, interpretar a menudo la visión particular e idiosincrásica de su autor o director, intrigar y embelesar al público. En definitiva, seducir. ¡Y todo en una sola imagen!
Para los aficionados a la cartelería teatral, el Centro Dramático Nacional ocupa un lugar especial en la historia y evolución de este medio artístico en nuestro país. En sus casi cuarenta años de existencia, reconocidos y premiados diseñadores han prestado su trabajo en pos del mayor éxito de los espectáculos representados. A través de los carteles de cuatro décadas hemos podido descubrir el temperamento de los creadores, las modas de cada periodo y las concepciones cambiantes sobre la forma más efectiva de comunicarse gráficamente con las audiencias “teatreras”.
Durante la temporada 17-18, el encargado de asumir la ardua tarea de poner imagen gráfica a nuestras producciones ha sido Javier Jaén. De su creativa mente han salido veintiséis carteles para veintiséis espectáculos; yo casi me arriesgaría a decir que veintiséis poesías visuales. Y no menos importante, una identidad visual fácilmente reconocible para el Centro Dramático Nacional.
Javier Jaén es un dramaturgo de la imagen sabedor de que en el teatro se despierta la imaginación creadora en el espectador evitando o la sobrecarga descriptiva o explícitos y consabidos subrayados. Javier nos invita a un juego de paradojas, de insólitas yuxtaposiciones, de audaces composiciones a partir de una iconografía esencial nunca exenta de un perspicaz sentido del humor.
Siempre he pensado que al teatro –tanto el público como aquellos que formamos parte de una producción– hay que ir con ganas de divertirse y a eso nos hemos dedicado gráficamente esta temporada junto a Javier. La acristalada fachada del Teatro Valle-Inclán se ha convertido en el perfecto acuario para que viviera el pez protagonista del vídeo promocional de la temporada ante los ojos asombrados de los vecinos del barrio, la famosa Menina de Velázquez se ha tornado en musa del grupo Memphis y hasta la palabra del maestro Buero Vallejo ha aparecido en braille impresa en un violonchelo…
Mensajes simbólicos, a veces cargados de humor e ironía, otras llenas lirismo, que se han asomado desde diferentes soportes al público del teatro y a los ciudadanos en los que Javier Jaén ha conseguido lo que para mí es la esencia de un cartel para teatro: enigma, sorpresa y fascinación.
El teatro es una extensión de la vida más allá de la realidad. Para contar la verdad, los actores mienten. Si se mata en un escenario, no se mata de verdad, si se besa en un escenario, no se besa de verdad. Pero es siempre en la búsqueda de emociones verdaderas. El teatro cuenta mentiras para explicar verdades, los carteles de esta exposición también. Se ha trabajado la idea de teatro como una isla de ficción en un mar de realidad. Allí se puede viajar en el tiempo, dar vida a objetos inanimadados, resucitar, volar o cantar de tristeza. El lanzamiento de temporada, vino precedido por una intervención en las calles de Madrid, miles de carteles anunciaban la extraña desaparición de un pez. Al verlo, a los transeúntes se les plantea una pregunta, una sorpresa, una sonrisa, una duda, paran, miran alrededor, y si llamaban al teléfono indicado, una locución les indicaba que una nueva temporada de teatro había comenzado, en ese mismo instante, con ellos como protagonistas.
Para la producción de los distintos carteles de la temporada se ha contado con la colaboración de Nanouk Films, Lucas Doerre, Marçal Vaquer,
Simón Sepulveda, Gacy Sarubbi y Ester Ferruz.
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Cartel en Funciones
Ernesto Caballero, Director del CDN
En su aspecto más básico, un cartel de teatro “en funciones” es un aviso, un recordatorio de la existencia de un espectáculo. Pero un buen cartel debe ser más que solo un anuncio, más que solo un gesto de “¡Ven a verme!”. De hecho, una buena imagen para teatro debe actuar a numerosos niveles: personificar la esencia de la obra, interpretar a menudo la visión particular e idiosincrásica de su autor o director, intrigar y embelesar al público. En definitiva, seducir. ¡Y todo en una sola imagen!
Para los aficionados a la cartelería teatral, el Centro Dramático Nacional ocupa un lugar especial en la historia y evolución de este medio artístico en nuestro país. En sus casi cuarenta años de existencia, reconocidos y premiados diseñadores han prestado su trabajo en pos del mayor éxito de los espectáculos representados. A través de los carteles de cuatro décadas hemos podido descubrir el temperamento de los creadores, las modas de cada periodo y las concepciones cambiantes sobre la forma más efectiva de comunicarse gráficamente con las audiencias “teatreras”.
Durante la temporada 17-18, el encargado de asumir la ardua tarea de poner imagen gráfica a nuestras producciones ha sido Javier Jaén. De su creativa mente han salido veintiséis carteles para veintiséis espectáculos; yo casi me arriesgaría a decir que veintiséis poesías visuales. Y no menos importante, una identidad visual fácilmente reconocible para el Centro Dramático Nacional.
Javier Jaén es un dramaturgo de la imagen sabedor de que en el teatro se despierta la imaginación creadora en el espectador evitando o la sobrecarga descriptiva o explícitos y consabidos subrayados. Javier nos invita a un juego de paradojas, de insólitas yuxtaposiciones, de audaces composiciones a partir de una iconografía esencial nunca exenta de un perspicaz sentido del humor.
Siempre he pensado que al teatro –tanto el público como aquellos que formamos parte de una producción– hay que ir con ganas de divertirse y a eso nos hemos dedicado gráficamente esta temporada junto a Javier. La acristalada fachada del Teatro Valle-Inclán se ha convertido en el perfecto acuario para que viviera el pez protagonista del vídeo promocional de la temporada ante los ojos asombrados de los vecinos del barrio, la famosa Menina de Velázquez se ha tornado en musa del grupo Memphis y hasta la palabra del maestro Buero Vallejo ha aparecido en braille impresa en un violonchelo…
Mensajes simbólicos, a veces cargados de humor e ironía, otras llenas lirismo, que se han asomado desde diferentes soportes al público del teatro y a los ciudadanos en los que Javier Jaén ha conseguido lo que para mí es la esencia de un cartel para teatro: enigma, sorpresa y fascinación.